domingo, 18 de febrero de 2018

ROMANCES

Desde el equipo de biblioteca y para conmemorar el día de Andalucía nos proponen dos canciones del romancero andaluz. Las canciones tienen asociado un baile que antiguamente se realizaba como juego de corro en el patio.
A lo largo de esta semana aprenderemos su letra y su baile y lo realizaremos en los talleres que se llevaran a cabo en el recreo.

¿DONDÉ VAS ALFONSO XII?



                                 LETRA DE LA CANCIÓN

De los árboles frutales
me gusta el melocotón 
y de los reyes de España
Don Alfonso de Borbón.
Don Alfonso de Borbon.

Dónde vas, Alfonso XII,
dónde vas triste de tí?
Voy en busca de Mercedes
que hace tiempo no la ví.

Ya Mercedes está muerta,
muerta está, que yo la ví,
cuatro duques la llevaban
por las calles de Madrid.

Su carita era de cera
y sus manos, de marfil,
y el velo que la cubría,
de color carmesí.

Sandalias bordadas de oro
llevaba en sus lindos pies,
que se las bordó la infanta,
la infanta doña Isabel.

El manto que la envolvía
era rico terciopelo
y en letras de oro decía:
"Ha muerto cara de cielo"

Los caballos de Palacio
ya no quieren pasear,
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar.

Los faroles de las calles
con gasas negras están,
porque se ha muerto Mercedes
y luto quieren llevar

Ya murió la flor de Mayo,
ya murió la flor de Abril,
ya murió la blanca rosa,
rosa de todo Madrid.

LAS TRES CAUTIVAS

A la verde, verde,
a la verde oliva
donde cautivaron 
a mis tres cautivas
¿Qué nombre daremos
a estas tres cautivas?
La mayor Constanza,
la menor Lucía
y la más pequeña
llaman Rosalía.
¿Qué oficio daremos
a estas tres cautivas?
La mayor amasaba,
la menor cernía
y la más pequeña
agua les traía.
Un día fue a la fuente,
a la fuente fría
y encontró a un anciano
que en ella bebía.
- ¿Qué hacéis ahí, buen viejo,
en la fuente fría?
- Estoy aguardando
a mis tres cautivas.
- Padre, sois mi padre
y yo soy su hija.
Voy a darles parte
a mis hermanitas.
- Pues sabrás Constanza,
pues sabrás Lucía,
cómo he visto a padre
en la fuente fría.
Constanza lloraba,
Lucía gemía
y la más pequeña
así les decía:
- No llores Constanza,
no llores Lucía
que viniendo el moro
nos libertaría.
La pícara mora,
que las escuchó,
abrió una mazmorra
y allí las metió.
Cuando vino el moro
de allí las sacó
y a su pobre padre
se las entregó.
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